
Los principios cooperativos se deben analizar, comprender, asimilar y difundir. Constituyen la doctrina cooperativa. ¿Mas son universales? Sin duda, pero la aplicación de los mismos es circunstancial, dependiendo de las ideas, aspiraciones y tradiciones de cada pueblo. La ideología cuenta. La experiencia pesa.
Enunciar los principios cooperativos es concepción, abstracción, por ahora facultad de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI). Aplicar esos principios en las cooperativas es concepto, concreción que considera el entorno. Los conceptos guían si son reales, prácticos, precisos. Peculiares. Imitar conductas es dependencia. Trasplantar empirismos es ignorancia. Por eso el cooperativismo nuestro requiere concebir sus normas fundamentales. ¿Esperar la ley de congresistas que juran por la plata? Sería felonía.
Sin enfrentamientos racistas, religiosos o idiomáticos, el cooperativismo peruano tiene la oportunidad de impulsar un movimiento ideológicamente consensual. Eficiente. Sólido. Apto para coordinar acciones con el cooperativismo desarrollado del norte, sin estirar la mano mendicante. Para ello es indispensable recuperar las cooperativas de producción: agrarias, comunales, industriales; heridas de muerte durante la década cleptocrática de los noventa. A propósito, ¿qué hizo la ACI contra aquel cooperativicidio? Silencio.
El cooperativismo avanza en el mundo (750 mil cooperativas, 800 millones de socios) sin contaminarse de lucro ni de fagocitosis competitiva, ejercicios capitalistas. Dogmas del individualismo egoísta. Dicho sea de paso: John Nash, matemático norteamericano, premio Nobel de economía 1994, demostró con un modelo matemático que el egoísmo de los individuos no construye el bienestar del grupo. Es decir, la suma de los progresos individuales no es igual al progreso de la sociedad.
El individualismo egoísta nunca reparte, de ahí la monstruosa fractura social. Muy ricos y muy pobres. Una microminoría es dueña del 90% de las cuentas macroeconómicas (producto bruto, renta nacional, ingreso per cápita, etc.). Ignora las necesidades, ilusiones y sobrevivencia de la inmensa mayoría que se arrancha el otro 10%. Cuando un iluminado afirma que macroeconómicamente estamos bien, sólo informa que los ricos están mejor.
La manipulación mediática es facilitar datos sesgados. Publicidad idiotizadora. Sibilítica. Por ejemplo, se propala la falacia de que modernidad es parvificar los salarios, desreglar las leyes sociales, alargar las jornadas, a más de silenciar las calles (gobernabilidad) y liquidar las cooperativas de producción. La coartada es la competitividad. Y el cuco es el populismo, es decir, cualquier condición favorable para el pueblo. La modernidad es unánime, pero no debe ser indefensión laboral.
Las corporaciones se vuelven capitanías con uso y abuso de los recursos naturales. De pasada destruyen el paisaje. Se padece la dictadura de las transnacionales en nombre de la globalización. ¿Dan empleo? Sí, a 86 millones de asalariados, mientras que el cooperativismo a 100 millones de hombres y mujeres. Sin explotar ni destruir, distribuye la renta con mayor eficiencia. ¿Otra respuesta es China? No, es una solución contrarrevolucionaria, donde el trabajador es cuasi esclavo.
El cooperativista conoce las marcadas diferencias entre las distintas unidades de producción. El dirigente que no aprende la gestión cooperativa es inhábil. Carece de talento. Pero si desconoce la doctrina cooperativa es indigno del cargo que desempeña. Porque la doctrina es enseñanza que instruye, opinión que administra, teoría que explica, sistema de preceptos creadores de conciencia cooperativista. Modela conductas y reajusta comportamientos. Ergo, la educación cooperativa es regla de oro.
Hay cooperativas que se envejecen porque no actualizan sus planes de captación de socios. Se agotan financieramente. En tal caso, otorgar las máximas facilidades y los más estimulantes beneficios al grupo etáreo joven de la población, es una exigencia. Los jóvenes descubren pronto las desventajas bancarias: ridículas tasas pasivas de interés y usureras tasas activas. Préstamos caros. Luego es el momento de las cooperativas.
Principiando por la educación cooperativa, ya que enseña y encamina, instruye y conduce. Transmite erudición e impregna cultura. Es insignia y virtud. Distingue los dogmas de la ideología burgués-capitalista. Individualista. Rescata la pulcritud de la doctrina cooperativa, cual visión del mundo fundada en la cooperación, nunca dogmática.
Se cree o no se cree en la cooperación. Quien da crédito a la cooperación es cooperativista. Permeable a todas las ideas. Solidario. Humanista. Así es.
Lima, julio del 2005