La idea del principio

Justicia Social

Construir un mundo diferente, a pesar del capitalismo, es la idea del principio, del fiat cooperativus. Los 28 fundadores de la “Sociedad de los Justos Pioneros de Rochdale”, nunca pensaron medrar dentro del sistema de la competencia, del lucro y egoísmo; del voto y reparto de ganancias a medida del capital.

En el primer artículo del estatuto inaugural se lee, claramente, que anhelaban consolidar un sistema alternativo: sin lucro, cooperativo, solidario; con “un hombre, un voto” y distribución de excedentes de acuerdo a las compras de cada socio. La fundación de la cooperativa rochdaliana marca un hito en la historia económica, tan valioso como la aparición del comercio o la creación de la tasa de interés o la invención de la máquina de vapor.

La ideación cooperativa rochdaliana trasciende ideología. Apunta a la igualdad, libertad, justicia social. Implica mucho más que la apertura de una tienda (21 de diciembre de 1844) para distribuir avena, azúcar, harina de trigo y manteca. Es el rostro humano de la economía reclamado por Alexander Dubcek. Es la doctrina de los desafortunados. La conciencia de los justos. La realidad del socialismo utópico. Robert Owen, Charles Fourier, Charles Gide, sonríen complacidos.

 Intonsos diplomados aún buscan otras vías hacia el desarrollo. Desconocen que en los países desarrollados la cooperativa es una opción atractiva en cualquier sector de la economía. Y el cooperativismo es “el otro sendero” productor, constructor y oferente de servicios adecuados en los países subdesarrollados, aunque pretendan arroparlo con el sofisma de “capitalismo del pueblo”. El cooperativismo es opuesto a la catastrófica planificación compulsiva y a la crueldad del laissez-faire.

Eficiencia es mejorar sin perjudicar. La cooperativa demuestra eficiencia porque produce mayor cantidad a menor precio, ya que nadie reclama dividendos. Y porque la ganancia cero es normal (no significa quiebra) su producción es continua: sin elevar el precio, sin reducir el costo laboral (despido) y sin contaminar el ambiente. Esto lo aceptan, incluso, los jóvenes liberales alemanes, quienes en 1983 diseñan el modelo de “Economía de Mercado Ecológico” reconociendo que la cooperativa es la mejor protectora del entorno.

 Intonsos diplomados aún buscan otras vías hacia el desarrollo. Desconocen que en los países desarrollados la cooperativa es una opción atractiva en cualquier sector de la economía. Y el cooperativismo es “el otro sendero” productor, constructor y oferente de servicios adecuados en los países subdesarrollados, aunque pretendan arroparlo con el sofisma de “capitalismo del pueblo”. El cooperativismo es opuesto a la catastrófica planificación compulsiva y a la crueldad del laissez-faire.

Eficiencia es mejorar sin perjudicar. La cooperativa demuestra eficiencia porque produce mayor cantidad a menor precio, ya que nadie reclama dividendos. Y porque la ganancia cero es normal (no significa quiebra) su producción es continua: sin elevar el precio, sin reducir el costo laboral (despido) y sin contaminar el ambiente. Esto lo aceptan, incluso, los jóvenes liberales alemanes, quienes en 1983 diseñan el modelo de “Economía de Mercado Ecológico” reconociendo que la cooperativa es la mejor protectora del entorno.

Invade, destruye, saquea. Rechaza la conciliación entre la libertad, igualdad y la justicia social. Abomina la redistribución. Dona migajas a cambio de impunidad. Arrasa soberanías con la coartada de la globalización. Y fabula gobernabilidad con el fin de enervar a las organizaciones sociales (incluidas las cooperativas).

La injusticia consuetudinaria en el capitalismo torna indiferente al hombre de trabajo. Pasivo, conformista. Impotente. Pierde eficiencia, disminuye su rendimiento. Desemejante, el cooperativismo convierte al trabajador en ciudadano activo. Más que partícipe, cooperador. Es un movimiento multiplicador. Pujante. Reivindicativo. Nosotros, es su pronombre ejemplar. Y lo sustantivo de su vitalidad es obrar conjuntamente.

Lo cual posibilita a las cooperativas aplicar con mayor ventaja, sobre las empresas lucrativas, estrategias que requieren el concurso armonioso de los agentes productivos. Desde ya el “modelo de turbulencias”, última proposición de la administración científica, para sortear perturbaciones económico-financieras, es empleado con éxito por las macrocooperativas. Sin métodos modernos no existirían en toda España -mención a vuela pluma- los hipermercados (Eroski) y supermercados (Consum) del grupo Mondragón Corporación Cooperativa.

El cooperativismo es credo que comulga con la ciencia. Consonancia que le permite renovarse. Rehidratarse. Jamás el cooperativismo será un movimiento provecto, porque extrapola (del s. XIX al s. XXI) el sentimiento educativo rochadaliano. La idea del principio se mantiene intacta: un mundo diferente demanda un hombre nuevo.

En tal caso, la educación especializada es prioritaria, con miras a establecer el sistema económico cooperativo. Desvirtuar este designio es traicionar las más altas aspiraciones de los 28 Justos Pioneros de Rochdale. Así es.

Lima, diciembre del 2004