Lenguaje de las Cooperativas

Lenguaje de las cooperativas

Toda palabra expresa una idea. La palabra es parábola en latín, porque trasciende una verdad significativa o encierra una enseñanza. Apunta a la inteligencia y engrandece el saber. Los griegos, la entendían como “parabolê”, es decir, comparación o semejanza, apuntando a la razón. Roque Barcia escribe que la palabra es apóloga, fábula, figura y metáfora. Por ello es difícil trasladar el espíritu de la idea a la palabra escrita.

Cuando la palabra se escribe se compone de sílabas. Entonces se convierte en vocablo, materia prima de la sintaxis. Y los vocablos hay que medirlos para expresar sólo lo conveniente. Evitar el descontrol de los vocablos es el primer mandamiento de la sintaxis. La falta de cuidado, al escribir, es un defecto peligroso. Peor si se remite o se publica lo escrito sin escudriñar el contexto; porque un vocablo mal ubicado puede ocasionar molestias o desagrados. Suele excitar enojos y reacciones en demasía. El hombre debe emplear la palabra justa y exacta, recomendaba César Vallejo.

Y el hombre es el único señor de la palabra. Luego la palabra es voluntad. Creación del espíritu. Es alma unida al cuerpo. La palabra es símbolo y pensamiento. Como símbolo es convención socialmente aceptada, pero cada símbolo contiene su propio pensamiento. Y el pensamiento es mensaje. Por eso, quien conoce el mensaje de las palabras es capaz de penetrar en el alma de los hombres y comprender lo que anuncian sus sentimientos. Es dueño de la palabra.

En el mundo del cooperativismo el pensamiento es muy claro. En la etimología de sus palabras la regla es el latín. Nada hay que adoptar de otros sistemas. Ni lenguaje ni métodos son necesarios imitar ¿Soberbia? No, convicción. La idea del principio mantiene su vigencia. Y quien la conoce comprende la posición del cooperativismo en el quehacer universal.

Don Esteban Balay, cooperativista argentino, asegura que el prefijo co es la base ajustado de cum, junto, prefijo latino. Después viene el elemento opera para moldear la raíz compuesta coopera, obrar juntos. Concepto primordial. Esencia del lenguaje cooperativista, cuyo vocablo genesíaco es el verbo cooperar. Siendo sus derivados: cooperación, cooperativo, cooperativismo, además de cooperador y cooperativista.

La acción, el acto, el hecho, la consecuencia de cooperar es cooperación, sustantivo que se origina del latín cooperatio. En cooperación, la terminación ión indica la acción de cooperar. Cooperación no es lo mismo que participación. Los filólogos sustentan que cooperación es asociación, unión, alianza fundada en la intención, y subrayan: siempre

voluntaria. La participación es colaboración, ayuda o contribución, muchas veces involuntaria. Por eso, se puede decretar la participación (como en las dictaduras) pero jamás la cooperación.

El latín cooperativus deviene en el adjetivo cooperativo, “lo que coopera o puede cooperar a alguna cosa”, el sufijo latino ivus se agrega a la raíz combinada coopera. Ivus o ivo es la capacidad para llevar a cabo una acción dentro de lo que preceptúa o determina el verbo coopera. Tanto cooperativo como cooperativa significan lo mismo: “La cosa que coopera” o “lo que coopera” en relación con la entidad, banco cooperativo, movimiento cooperativo o asociación cooperativa, comunidad cooperativa. Nada personal, pero sí institucional, jurídico. Cooperativo y cooperativa constituyen la armadura del cooperativismo.

Siempre el latín es el derrotero para designar algo de mayor magnitud que unión, gremio, corporación o conjunto. Esto es cooperativismo. Cooperativus se enriquece con el sufijo ismus y forman, en castellano, el sustantivo cooperativismo, que es mucho más que una agrupación de practicantes de la cooperación. El cooperativismo es “un sistema constituido por un conjunto de principios y métodos que conforman su doctrina”, distinta del liberalismo o socialismo.

El cooperativismo crece sobre la base de la determinación voluntaria de los hombres y mujeres que anhelan justicia en la distribución. ¿Mejora económica? Naturalmente, pero también cambio social. Por eso el DRAE dice, definiendo el cooperativismo: “Tendencia o doctrina favorable a la cooperación en el orden económico y social” muy alejado de la competencia liberal. Esto lo entienden los cooperadores.

Cooperar con otros es ser cooperador. En esta palabra que fluye del latín cooperator, la desinencia or quiere decir agente, el que obra voluntariamente con otros para producir un bien o generar un hecho. El cooperador es un agente social que decide libremente, distinto del cooperativado que trabaja al servicio de otros, incluso contra el cooperativismo (como en los años 90) Individuos dependientes y sujetos a las regalías del estado. Hasta se hacían llamar cooperativistas.

Sin merecerlo obviamente. La terminación ista significa: “adhesión, dedicación, profesión de fe a una cosa, hecho, persona o movimiento”. (Fe en el cooperativismo, por ejemplo.) Al adjetivo cooperativo se une el sufijo ista y se construye la palabra cooperativista, referida a la persona adepta al cooperativismo. Los que están dentro del cooperativismo, pero sin convencimiento ni entusiasmo por la cooperación son inside co-operatives, más nunca cooperativistas. Así es.