Las cooperativas se organizan para atender ciertas necesidades de sus afiliados. La rentabilidad económica o financiera no determina el funcionamiento de las mismas. Esto parece un despropósito, pero en las cooperativas el lucro es nulo. En cambio, en las empresas capitalistas la rentabilidad define, porque la aspiración es lucrativa.
Entre la empresa y la cooperativa las diferencias son nítidas. En la primera, el número de accionistas es limitado; mientras que en la segunda el número de socios es ilimitado. (En Hull, Inglaterra, 1,400 productores se asociaron cooperativamente para instalar un molino de harina en 1795. Primera experiencia que perduró por más de un siglo.) En las cooperativas, cada socio tiene un voto, sin influir el monto de sus aportaciones; en las empresas, los accionistas intervienen en la administración de acuerdo a la cantidad de sus acciones.
Esta polaridad se remarca aún más. En las empresas lucrativas el capital limitado se suscribe en la escritura de constitución; puede modificarse solamente con autorización indicada en la ley. En las cooperativas el capital social es ilimitado. Las acciones son negociables y transferibles a terceros. Los certificados de aportación son transferibles sólo con acuerdo de la cooperativa. No son negociables.
¿Otras diferencias? Por supuesto. En las cooperativas los excedentes se distribuyen en función de las operaciones o pagos de cada socio. En las empresas las ganancias se reparten entre los accionistas sobre la base de las acciones de cada uno. En consecuencia, es imposible confundir una cooperativa con una empresa capitalista salvo que se sufra de oligofrenia.
Si las macrocooperativas inauguran una sucursal para extender sus servicios, el lugar lo definen según un factor de comodidad para los socios. En el capitalismo, el coeficiente de rentabilidad es definitivo. ¿Dónde hay mayor población? No, donde pueden pagar más. También las fórmulas financieras son distintas. En el beneficio costo, tan mencionado por los politicastros, las cooperativas valoran el desbeneficio del usuario o consumidor, que las empresas lucrativas desconocen.
Las empresas imponen los precios por colusión o concertación en los mercados oligopólicos (o a voluntad, sin tasa ni limitación, en los monopolios), el objetivo es maximizar las ganancias. Luego resultan siempre injustos. ¿Y la competencia? Es un mito que los alquilones del capitalismo vulgarizan. Las estimaciones en mercados de competencia son virtuales, nunca reales. Al contrario, las cooperativas al devolver excedentes igualan ingreso y costo por unidad; eliminan de tal manera el lucro y concretan el precio justo, lo cual atrae adeptos.
Los monopolios suelen establecer varios precios para un mismo servicio o producto, en relación con los ingresos del usuario o consumidor. Paga menos el que menos tiene, ilusionan. Y disponen, por ejemplo, tarifas industrial, comercial, familiar, inclusive rural. ¿Se vuelven justos? ¿Quieren la exculpación de sus codicias? Nunca, con tarifas diferenciales se apropian completamente de la renta del consumidor. Lo explica la microeconomía por más de 200 años. El cooperativismo invariablemente condena los monopolios.
Cuando los bancos aprueban préstamos crean dinero vía depósitos a la vista. La masa del dinero bancario depende del porcentaje de las reservas. Si estas constituyen el 20% de los depósitos, cada sol lo convierten en cinco. Es decir, si una persona deposita mil soles, la banca lo multiplica por cinco. Aparecen cinco mil soles. Claro, con el depósito inicial generan otros cuatro mil soles mediante préstamos, que después los cobran sumando intereses. Negocio rotundo.
Arte de birlibirloque gracias al principio de “expansión múltiple de los depósitos bancarios” o multiplicador bancario. Arcanidad sellada para los bancos cooperativos que, apenas se constituyen, son desacreditados y liquidados por los cancerberos de la banca privada. Los banqueros nunca comparten la torta. Peor, en tanto las cooperativas hacen operaciones racionales empleando fórmulas propuestas por el Banco Mundial, la banca capitalista efectúa cálculos abusivos aplicando fórmulas distorsionadas, perversas, que elevan subrepticiamente los intereses que anuncian.
Esta enseñanza de los hechos debemos asimilar los cooperativistas, o pecaremos de ignorancia supina. No hay alternativa. El cooperativismo salvaguarda la dignidad, la honradez y la justicia. Marca la diferencia. Así es.
Lima, marzo 2005
Distinción entre empresa y cooperativa
Elementos | Empresa | Cooperativa |
Titulares | Accionistas | Socios |
Objetivo | Maximizar los beneficios en relación al capital aportado | Brindar servicios y/o productos a sus socios sin discriminación alguna. |
Control y dirección | En función del capital invertidos | En función de las Personas (un socio un voto) |
Poder de decisión | A cargo de los propietarios y en relación al capital invertido | Se basa en el principio de igualdad, todos los asociados poseen los mismos derechos a opinar y votar |
Capital | Fijo, por lo tanto, generalmente no puede disminuir del monto constituirlo | Variable, de acuerdo al ingreso y salida de los socios. Si un socio se retira se le reintegra el valor de sus aportaciones al capital social |
Condiciones de ingreso | Restringida al capital | Libre Adhesión y retiro voluntario |
Ganancia o excedentes | Se invierte y se reparte entre sus accionistas en proporción al capital invertido | Se capitaliza o se distribuye entre los socios en proporción a las operaciones realizadas. Principio de equidad |