Cooperativismo un movimiento sin identidad

Al cooperativismo peruano le falta identidad para distinguirse claramente de los otros sectores de la economía nacional. La forma, el espíritu y la técnica son elementos que no han merecido la atención de los cooperativistas, para diseñar un cooperativismo acorde con sus principios doctrinarios.

Esto es consecuencia, por cierto, de la orfandad doctrinaria de la acción cooperativa. Muchos dirigentes, gerentes y funcionarios –que se dicen cooperativistas no han estudiado doctrina cooperativa; o no la entendieron, lo que es malo; o la entendieron mal, lo que es peor; o la entendieron, al contrario, lo que es el colmo. Así no pueden comprender que la cooperación sin doctrina no es cooperativismo. En efecto, el cooperativismo es un sistema estructurado por principios, métodos y objetivos de justicia social, propuestos por la Doctrina Cooperativa.

Si tanto la empresa capitalista como la cooperativa son unidades de producción, creen a la sazón, que las cooperativas deben ser administradas como aquella. En tal sentido, toman prestado de la producción capitalista sus tres motivadores principales: lucro, competencia y rentabilidad. Y de ese modo distorsionan, o dejan de lado, el espíritu cooperativista imbuido de precio justo, ayuda mutua y distribución equitativa.

Resulta de todo ello un cooperativismo de calco, apartado de sus orígenes y mimetizado en el aparato productivo lucrativo. Carente de teoría que lo explique y lo proyecte, el cooperativismo peruano requiere una labor doctrinaria capaz de perfeccionarlo y enrumbarlo como instrumento de cambio. No tiene sentido, por ejemplo, que determinadas cooperativas financien cursos para organizar empresas lucrativas –pequeñas o medianas– cuando lo deseable es cambiar el espíritu de lucro por el espíritu de servicio. Es decir, reemplazar a las empresas capitalistas por las cooperativas.

Claro que algunos exclaman: “una cosa es la teoría y otra, la práctica”. Pero cuidado, el cooperativismo legítimo –no el bastardo– es una concreción que resulta: primero, de la experiencia y acción de hombres que lícitamente defienden sus intereses o satisfacen sus necesidades; segundo, del contenido doctrinario que delinea métodos solidarios y define objetivos democráticos. De no ser así, o sólo es empirismo espurio o sólo es utopía fantasiosa, más no un cooperativismo auténtico de realizaciones y principios, de hechos y de ideales.

Preocupados por multiplicar los árboles hemos descuidado la armonía del bosque. Más de tres mil quinientas cooperativas (algunas de dimensión nacional) no constituyen un movimiento unido, compacto y solidario. La integración de las cooperativas es más bien aparente.

La incomprensión del principio de cooperación entre cooperativas genera una peligrosa tendencia a la competencia por el mismo espacio o mercado. Cuya secuela ya se evidencia como: canibalismo cooperativo, acumulación de capitales y resentimiento dirigencial.

El cooperativismo demanda la participación activa de los socios para un manejo eficiente de sus recursos. Y ello se consigue con objetivos estimulantes, procedimientos eficaces, capacitación adecuada y organizaciones democráticas. Para los cooperativistas todo eso se llama planificación cooperativa que, en nuestro medio, no brilla porque no existe. He ahí una razón del crecimiento amorfo del cooperativismo peruano y del uso ineficiente de los factores productivos.

Del Incoop que solamente se conoce cuando interviene a las cooperativas, posiblemente haciendo uso de atribuciones legales, mejor esperamos para guardar un minuto de silencio. Paralizado por avitaminosis (inteligencia, imaginación e integridad) y por el desdén de un gobierno que ideológicamente debe ser cooperativista, el instituto aguarda su extremaunción con la esperanza de salvarse. A propósito, cuando la gestión es imposible, la renuncia es una obligación.

Lo dicho sólo son apuntes a mano alzada. No encierran ningún propósito de censura contra nadie, sino una intensión de reflexión para trazar el perfil del cooperativismo peruano, con miras a un proyecto definitorio. Así es.

Lima, septiembre 2019

El cooperativismo llega a los pueblos mas apartados