
- Que las cooperativas agrarias azucareras existan todavía gracias al gobierno. Lo cierto: esas cooperativas aún funcionan a pesar de los gobiernos. Estos, por una ineficiente política de precios e impuestos, han ocasionado a las 12 cooperativas azucareras una pérdida global de 1,526 millones de dólares. ¿Qué industria lucrativa asimilaría tamaña pérdida sin declararse en quiebra?
- Que los trabajadores hayan decidido reemplazar el cultivo de caña de azúcar. Lo cierto: ellos saben que los productores, en las mismas condiciones ecológicas, nunca sustituyen un producto de demanda rígida por otro –u otros– de demanda elástica, tal como lo recomiendan ciertos “técnicos” y políticos.
- Que los cooperativistas peruanos hubiesen acordado la dación de una nueva ley de cooperativas. Lo cierto: en el Primer Congreso Nacional Extraordinario del Movimiento Cooperativo, de noviembre de 1986, se resolvió exigir la revisión parcial de la Ley General de Cooperativas D.L. 085 y su reglamentación por tipo de cooperativas.
- Que la legislación cooperativa responda a los requerimientos actuales del país. Lo cierto: se necesita, con respecto a las cooperativas, una ley de bases adaptada a la regionalización, pero debatida por los representantes del cooperativismo. Una ley que sirva solamente para incrementar el currículo de un legislador, sería inoportuna.
- Que el cooperativismo de crédito desarrolló en los últimos años. Lo cierto: ha crecido solamente. Ahora son 598, es decir, 27 cooperativas más que en 1985; sin embargo, el servicio de ahorro que prestan, ha sufrido una regresión. Por ejemplo, del 100 por ciento del ahorro nacional: las cooperativas financieras captaron el 7.8 por ciento, su cumbre más alta, en 1975; descendieron al 0.7 por ciento en 1985 y aumentaron ligeramente al uno por ciento en 1989.
- Que el círculo encerrando los dos pinos simbolice el cooperativismo mundial. Lo cierto: aquel emblema fue boceteado por el cooperativista ítalo-norteamericano James P. Warbasse, para representar a la Liga de las Cooperativas de los Estados Unidos de Norte América. El símbolo mundial del cooperativismo es la bandera con los siete colores del arco iris. Fue aprobado por la Alianza Cooperativa Internacional, en Gante, Bélgica, en 1923, a propuesta que hiciera el cooperativista francés Charles Gide, en 1894.
- Que la Facultad de Cooperativismo de la Universidad Nacional “Federico Villarreal”, se fundara con miras a formar profesionales para desempeñar sólo funciones en los órganos “asociativos” de las cooperativas. Lo cierto: el objetivo esencial fue preparar especialistas en la administración de cooperativas de cualquier tipo. O sea, personal con jerarquía de gerentes capaces de gestionar unidades de producción sin fines de lucro.
- Que las cooperativas sean organismos anormales conformados por dos cuerpos al igual que hermanos siameses (un cuerpo asociativo y otro empresarial). Lo cierto: la cooperativa es un solo cuerpo que contiene muchos órganos con funciones diferentes, pero tendiendo a un objetivo general, cual es, mejorar el bienestar familiar del socio. Una cooperativa ni es asociación ni sociedad ni empresa, es una unidad de producción diferente.
- Que los partidos cooperativos desconozcan el éxito. Lo cierto: el Partido Cooperativista Nacional, copó la mayoría de la Cámara de Diputados y ganó en casi todos los concejos municipales de México, en 1923. El Partido Cooperativista Británico, incorporó 16 representantes a la Cámara de los Comunes y 4 a la Cámara de los Lores, en 1959.
- Que las cooperativas fracasan porque no son administradas como empresas. Lo cierto: fracasan porque son administradas como empresas lucrativas, aplicando conceptos y procedimientos ajenos a la economía social. Así es.
Lima, mayo 1990