El mito de la neutralidad

Las Cooperativas de Brighton y Rochdale

El origen de la neutralidad política y religiosa se ciñe al primer congreso de las cooperativas de Brighton, realizado en Londres, en 1832. Ningún cooperador, declararon los brightonianos, se identifica con dogmas religiosos, políticos o ateos; ni con los de Robert Owen u otro individuo.

Años después, en la cooperativa de consumo “Sociedad de los Justos Pioneros de Rochdale”, se planteó la necesidad de prohibir cualquier debate sobre asuntos religiosos a fin de evitar enconos internos. Discutida la moción, el 4 de febrero de 1850, se aprobó lo siguiente: “Cada socio tiene plena libertad de expresar en las reuniones sus sentimientos sobre cualquier asunto, siempre que lo haga en tiempo oportuno y en forma conveniente. Todos los temas son legítimos cuando se exponen atinadamente”. Pasado el tiempo, esta resolución fue interpretada, como “neutralidad política y religiosa”.

 La neutralidad no es obligatoria.

Pero la neutralidad nunca se aplicó rigurosamente en todos los movimientos cooperativos. Tampoco es esencial en opinión de Charles Gide, estructurador de la doctrina cooperativa, de Ernest Poisson, diseñador de “La República Cooperativa”, y de ciertos doctrinarios como Paul Lambert. En el mismo sentido se pronunció la Alianza Cooperativa Internacional en su Congreso de Praga de 1948. Charles Gide, en realidad, tajantemente desconoció la “neutralidad” en calidad de principio y prefirió el vocablo “independencia”.

Si la neutralidad no es esencial, la razón de estatuirla como regla obligatoria es nula (especialmente si los socios propugnan iguales ideas políticas). Del mismo modo, sería una torpeza prohibir que las cooperativas lleven el nombre de un santo, si la inmensa mayoría de la población es católica. En cuyo caso, resulta irrisorio normar la neutralidad religiosa. Sin ir a China, en nuestro medio se incumple esta disposición de ley.

Los protestantes –decía Eduardo de Boyve, cofundador de la cooperativista Escuela de Nimes– ven en el cooperativismo un instrumento que facilita la enseñanza evangélica. Si es así, ¿sería correcto negarles el derecho de nominar a sus cooperativas: Martín Lutero o Juan Calvino o Enrique VIII, según sean luteranos, calvinistas o anglicanos?

El Cooperativismo Europeo

En Italia, por ejemplo, la Confederación Cooperativa Italiana, sigue la orientación cristiana, y la Liga Nacional de las Cooperativas y Mutualidades es más bien comunista. En Bélgica y los Países Bajos, los movimientos cooperativos tienen tendencia religiosa. En Finlandia -discurren una corriente cooperativa neutral (SOK) y otra socialista (KK); mientras que en Islandia, las cooperativas de comunistas y socialistas, por mucho tiempo, son importantes clientes de los grandes distribuidores capitalistas, a pesar del almacén

cooperativo mayorista. En Dinamarca, hasta 1974, las tres organizaciones de cooperativas, se declaraban cada cual: católica, neutral y protestante.

Kibutz judio
Kibutz Judío
El Modelo Judío

Los líderes de la Confederación General de Trabajadores (Histadrut), son los que dirigen a la Asociación Cooperativa General de los Trabajadores de Israel (Jevrat Ovdim). Estos dirigentes son elegidos con el respaldo abierto de partidos políticos. En cuanto a las famosas cooperativas agrarias, responden a directivas políticas o religiosas. ¿Todo ello está mal? Entre los judíos funciona bien.

Los Partidos Cooperativos

Claro que los ingleses fueron más lejos. Fundaron un Partido Cooperativo Británico, en 1919, con el objeto de defender a las cooperativas y a los trabajadores, de la constante agresión del comercio lucrativo. Actualmente actúa en alianza con el Partido Laborista. Sin embargo, en materia cooperativa los mexicanos son sembradores de hitos. Antes que los rochdalianos, organizaron la primera cooperativa de crédito, en 1839, en la ciudad de Orizaba, Estado de Veracruz. Y, adelantándose otra vez a los británicos, instituyeron en la ciudad de México, en 1917, el primer Partido Cooperatista Nacional, o frente de trabajadores manuales e intelectuales que propiciaba la justicia social.

Cooperativistas y Políticos Peruanos

Entonces, el cooperativismo representa una propuesta económica (eliminación del lucro), una opción social (ni patrón ni asalariados) y un planteamiento político (igualdad con libertad). Lamentablemente en el Perú, esta alternativa es incomprendida por los conductores del Estado. Aquí, muchos políticos restan importancia a las asambleas de cooperativistas y cuando son invitados a las mismas, mandan a sus ayudantes en tanto imploran la oportunidad de un convite de los capitalistas.

Precisamente, hartos de promesas olvidadas, de expectativas frustradas, de latrocinios impunes, de claudicaciones doctrinarias, y superando el mito de la neutralidad, un grupo de cooperativistas peruanos han resuelto crear una fuerza política capaz de alcanzar el poder. Liderados por Juan de Dios Cayo Muñoz –director de MUNDOCOOP- eligieron, en 1980, el camino de la independencia constituyendo la Agrupación Independiente Cooperación Nacional o “COONAN”.

Ellos, y los cooperativistas de otras organizaciones políticas, no son ni los guerrilleros de Cáceres ni los montoneros de Piérola, sino los escuadrones de la reivindicación anhelantes de construir en paz una patria distinta. Así es.

Lima, marzo 1990