Factores externos e internos

La crisis azucarera se esponja en manantiales internos como el empobrecimiento de la tierra, el manejo antieconómico del trabajo y la insuficiencia del capital. Y voluntades perniciosas la nutren, desde fuera, fijando precios irracionales para el azúcar, aplicando normas laborales incoherentes en las cooperativas y desamparándolas ante la agresión de ciertos fenómenos telúricos ¿Cómo salir de la crisis? Dando vuelta a todo lo dicho.

Cooperativa azucarera agraria
Cooperativa azucarera agraria

El valor de la productividad se obtiene dividiendo el volumen de producción entre la cantidad del factor productivo (tierra, trabajo, capital). En tal caso, la productividad se eleva cuando la producción aumenta con menor o igual, cantidad del factor. Por ejemplo: si disminuye -o se mantiene el número de trabajadores y aumenta el tonelaje de caña cortada por hectárea, se registra un incremento de la productividad del trabajo.

 En todas las cooperativas agrarias azucareras la superficie del campo labrantío permanece constante y el capital fijo (equipos, maquinarias y vehículos) se muestra vetusto u obsoleto. En cuanto al trabajo, en la mayoría la planilla de trabajadores ofrece excesos (2,250 en la CAA “Casa Grande”; 2,000 en “Cartavio” “Pucalá” y “Tumán”; 600 en “Laredo”; etc.) Por lo tanto, si el área de la tierra no varía, el crecimiento de la producción hay que tantearlo por el lado del trabajo y del capital.

Carece de sentido cultivar pan llevar con mano de obra cañera que cuenta con mejores salarios. Esta operación solamente se justificaría en el caso de dar ocupación a trabajadores excedentes. Asimismo, para ningún productor es conveniente reemplazar un artículo de consumo exigente (como el azúcar, sin sustitutos baratos), por otro de consumo flexible y, además, con precios fluctuantes, hurtos rutinarios y copiosos sucedáneos. Cualquier insinuación, sugerencia o imposición al respecto, sólo responde al afán de ayudar al consumidor –o a otros productores– a costas del azucarero.

 En lo concerniente a la demasía de trabajadores, la respuesta hay que buscarla en una “política de cerrojo” que impida el ingreso de nuevos empleados o jornaleros, ni siquiera para ocupar puestos dejados por fallecidos, jubilados o renunciantes.

¿Por qué una política de cal y canto? Porque el campo, la fábrica y la administración, conforme a su tamaño, absorben dosis de trabajo hasta un máximo. Si se excede ese tope, agregando más trabajadores, aparecen rendimientos negativos que reducen la producción. Es la ley de los rendimientos no proporcionales.

¿Qué hacer a la vista de los excesos? Trasladar personal de acuerdo a programas de reubicación; cubrir vacancias con socios o trabajadores estables sin ocupación plena; jubilar de inmediato una vez cumplido el límite de edad; abolir privilegios referidos a horarios especiales; reajustar las tareas en todas las secciones, etc.

Hacienda Casa Grande
Cooperativa azucarera Casa Grande

Mas el punto crítico es el capital. Las cooperativas se han descapitalizado de tal modo, que actualmente no tienen capacidad de ejecutar reinversiones (renovar máquinas, equipos y vehículos) Ni aun para hacer reparaciones, porque carecen de liquidez para comprar repuestos.

Algunos datos pueden fotografiar la extrema pobreza en que se hallan las cooperativas azucareras. En una de ellas: de 49 camiones, 42 están en desuso; de 29 unidades entre cargadores frontales, grúas y motoniveladoras, 15 se encuentran paradas. En otra: de 150 tractores, 90 han enmudecido; de otros 120 vehículos, 72 se sostienen en tacos. En la CAA “Laredo”, el alcohol se ha convertido en el maná que alimenta el 50% de su presupuesto; ¿el azúcar?, producen alrededor de 200 TM por día, cantidad inferior a las épocas normales. En esta situación, pedirles a los azucareros que levanten la productividad del trabajo, sin financiamiento de capitales, resulta un sarcasmo. Ellos han sufrido una pérdida de 2,193 millones de dólares en razón de políticas desatinadas de los gobiernos, la sequía y la corriente “El Niño”, en las dos últimas décadas.

Luego el gobierno tiene el deber de indemnizar a las azucareras o avalar los préstamos, a más de establecer un precio justo para el azúcar, si realmente postula sacarlas de su postración. ¿Y la naturaleza? Por ahora, a los trabajadores solamente les queda rezar. Así es.

Lima, enero 1990