Los justos pioneros de Rochdale

Los justos pioneros de rochdale

Desde hace mucho tiempo se enfrentan en la humanidad dos vertientes ideológicas. De un lado el individualismo que sostiene al individuo como crisol de iniciativas y, de otro, el gregarismo que considera como fuente de iniciativas al grupo social.

El individualismo es liberticida, pretende un hombre semidiós. El gregarismo es determinista; el hombre no es nada, argumenta, es sólo lo que el grupo es. Esto lo explica con llaneza Bernardo Lavergne, célebre cooperativista francés.

El cooperativismo no es una alternativa individualista, tampoco gregarista. El cooperativismo propone un término justo que respete la voluntad del individuo sin lesionar el interés del grupo. Ni individualismo, ni colectivismo. ¿Quiénes iniciaron el camino? Los Justos Pioneros de Rochdale.

EL MARCO HISTÓRICO

Se agotaba el año 1843, los asalariados de la industria de la franela de la localidad de Rochdale, condado de Lancashire, Inglaterra, creyeron conveniente analizar la sociedad industrial capitalista, donde morían. En una parte existía prosperidad, riqueza, para los dueños del capital y, en otra, miseria, pobreza, hambre, para los aportadores del trabajo.

El diagnóstico fue admonitorio. Era necesario una trasformación del ordenamiento social. Había que establecer justicia. Y propiciaron entonces la opción cooperativa. Luego el cooperativismo nació, como una protesta, contra las condiciones infrahumanas de la década negra de los años cuarenta.

En Inglaterra se vivía ya bajo el imperio de la economía capitalista. Este sistema alcanza un descomunal crecimiento gracias al impulso del maquinismo. Los artesanos se proletarizaron. La migración de los agricultores hacia las ciudades estimuló la explotación de los obreros.

La producción de las fábricas se desarrolló a costas de los trabajadores, quienes percibían salarios ínfimos ocasionando desesperación, angustia y corrupción en la población empobrecida.

 EN BUSCA DE SOLUCIONES

Intentando resolver el problema social generado por el industrialismo, por la máquina al servicio de un sector privilegiado, surgieron teorizadores. Desde los más moderados hasta los más extremistas. Y los trabajadores se dividieron en movimientos diferentes planteando soluciones varias.

Los líderes tocaron todas las puertas. Mas las puertas no se abrieron. Sin embrago, algunos patrones aceptaron aumentar los salarios; pero con la condición de que los demás industriales aprobaran los mismos. Lo que no se logró, dice Georges Holyoake.

¿Qué hacer entonces? Los tejedores sabían que sus demandas eran justas; que los capitalistas sentían avidez por el lucro; que sus familias proletarias carecían de alimentos.

Rechazaron la idea de emigrar a otros continentes. Repudiaron la idea de ampararse en la ley de menesterosos. Al contrario, decidieron mejorar su capacidad de compra por medio del propio esfuerzo.

Pero no contaban con capital, no tenían experiencia, la mayoría no había conocido la escuela. Ellos que precisaban todo, porque no tenían nada, tuvieron la audacia de procurarse el pan ayudándose mutuamente.

EL GRAN DEBATE

En la tarde de un sábado discutieron el orden del día: “¿cuáles son los medios más eficaces para mejorar las condiciones del pueblo?”

Los abstemios plantearon abolir el consumo de bebidas alcohólicas; lo cual permitiría destinar dinero para satisfacer necesidades de mayor urgencia. Los “cartistas” defendieron la conveniencia de llegar al poder, mediante el sufragio universal; una vez en el Parlamento, dijeron, daremos la “Carta del Pueblo”.

Los socialistas asociacionistas, admiradores de Roberto Owen (precursor del cooperativismo), consiguieron que la asamblea votara en favor de una acción colectiva. Empero, se guardaron de desechar las otras ideas. Se destacaron como asociacionistas: Charles Howart, James Smithies, James Daley, John Hill y John Bend.

Ellos convencieron con su verbo, dieron forma de almacén cooperativo a sus razones.

FUNDACIÓN DE LA COOPERATIVA

Es así que, al final de la asamblea, veintiocho trabajadores -en su mayoría tejedores- fundaron la “Rochdale Society of Equitables Pioners”. Colocando el primer hito del cooperativismo contemporáneo.

Transcribieron disposiciones estatuarias, que coincidían con sus fines, de otras instituciones. En especial de la “Sociedad de Socorros para Casos de Enfermedades y de Sepelios”, de Manchester, y registraron su sociedad el 24 de octubre de 1844.

En sus estatutos anotaron reglas vertebrales referidas a la democracia, a la adhesión libre, al interés limitado, las ventas al contado y al retorno de excedentes en proporción a las compras. Un siglo después, estas normas alcanzaron la categoría de principios universales del cooperativismo.

INAUGURACIÓN DEL PRIMER LOCAL

Las puertas de la tienda cooperativa se abrieron el 21 de diciembre de 1884. Con un capital de 28 libras esterlinas, apenas pudieron alquilar un pequeño local, en una modesta callejuela llamada “Los Sapos”. Firmaron un contrato por tres años y se comprometieron pagar diez libras esterlinas anuales. ¿Con cuántos productos arrancaron sus operaciones? Nada más que con cuatro: avena, azúcar, harina de trigo y mantequilla.

la esperanza de los pioneros

LA ESPERANZA DE LOS PIONEROS

El programa de los pioneros de Rochdale era amplio. Anhelaban la trasformación del mundo. Querían cumplir el sueño de Owen, reorganizando la producción, distribución y la educación. La fuerza social del cooperativismo descansa, dicho sea de paso, en las aspiraciones de esos humildes tejedores.

Es insuficiente una ligera lectura de sus planes para comprenderlos. Es indispensable sumergirse en las profundidades de sus

ensueños para sentir su mensaje. La vibrante convocatoria de los audaces rochdalianos todavía se escucha. Y la humanidad asombrada se inclina reverente.

Los Pioneros de Rochdale sembraron para el resto de la vida. Sus esperanzas se han convertido en objetivos del cooperativismo mundial. Basta reflexionar sobre el artículo primero de sus estatutos: de los fines, planes y proyectos.

FINES Y PLANES

«La sociedad tiene por fines, y como planes, tomar medidas con vistas al interés pecuniario y al mejoramiento de las condiciones sociales y familiares de sus miembros, reuniendo una cantidad suficiente de capitales divididos en participaciones de una libra cada una, a fin de poner en práctica los siguientes proyectos».

PROYECTOS ROCHDALIANOS

  • «Establecer un despacho para la venta de víveres, de vestidos, etc.».
  • Construir, comprar o edificar un número de casas destinadas a los miembros que deseen ayudarse mutuamente, para mejorar su condición doméstica y social.
  • Comenzar le fabricación de aquellos productos que la sociedad juzgue convenientes para emplear a los miembros que se encuentren sin trabajo o que sufran repetidas reducciones en sus salarios.
  • Para procurar a los miembros de esta sociedad un aumento de beneficio y de seguridad, la sociedad comprará o tomará en arriendo una o varias tierras, que serán cultivadas por los miembros que se encuentren sin empleo, o cuyo trabajo esté mal remunerado.
  • Desde el momento en que sea posible, esta sociedad emprenderá la organización de las fuerzas de la producción, de la distribución, de la educación y del gobierno, o dicho en otras palabras, el establecimiento de una colonia que se baste a sí misma y en la que se unirán los intereses, o bien prestará ayuda otras sociedades para establecer colonias de esa clase.
  • Para desarrollar la sobriedad, se abrirá una Sala de Templanza tan pronto como se crea conveniente, en una de las casas de la sociedad”

QUÉ QUERÍAN Y QUÉ HICIERON

La deducción es fácil. Los Pioneros de Rochdale señalaron los objetivos que, en nuestro tiempo, corresponden a las cooperativas de consumo, vivienda, agrícola y de producción industrial. Aprobaron aspectos económicos, sociales y financieros. Y como si fuera poco, contemplaron acudir en ayuda de otras cooperativas y fomentar virtudes en los socios.

Se empeñaron en reorganizar el gobierno, una vez integrada la producción, la distribución y el consumo. Por cierto, la educación para ellos fue esencial. Esa es la amplitud visionaria de los fundadores del cooperativismo universal.

Que empezaron con veintiocho socios, con veintiocho libras esterlinas aportadas penique a penique durante un año. Capital modesto, pero voluntad admirable. En 1864 ya habían equipado sucursales en varias ciudades inglesas. En Wholesale de Manchester, organizaron un almacén para abastecer de mercancías a otras cooperativas. El objeto, eliminar intermediarios capitalistas.

En 1894, los socios pasaron de 12,000. Disponían de un capital mayor de 400,000 libras esterlinas. Contaban con un edificio cuya estructura contenía: sótanos, salas de venta, de reuniones y de lectura de diarios; a más de una biblioteca y un auditorio para 2,000 personas.

EL HOMENAJE DEL MUNDO

El maestro Charles Gide, en 1931, ante 400 cooperativistas del mundo, con motivo de la inauguración del primer museo cooperativo, en el local donde funcionara la primera tienda, dijo: «Toda religión tiene sus leyendas, sus santos y sus lugares de peregrinación, y la cooperación los tiene también, porque es una religión».

«Tiene sus veintiocho apóstoles, que no fueron pescadores sino tejedores. Tiene su cuna en esta su casa donde ha nacido la víspera de navidad. Ella tendrá ahora su museo, en el que expondrá sus reliquias y donde largas caravanas de peregrinos llegados de tantos países distintos, como los que se dirigieron a Roma, vendrán sino a arrodillarse, por lo menos a recogerse en la contemplación de la obra más grandiosa que haya surgido de manos obreras»

Las palabras del gran cooperativista francés, hacen justicia a los geniales trabajadores rochdalianos. Estos supieron asimilar experiencias, aprender enseñanzas y realizar victoriosamente la aspiración de los pobres.

Si en verdad las humanidades se suceden unas a otras; en la próxima, una historia empezará diciendo: «Eran una vez veintiocho asalariados que, de tanto caminar, trazaron el camino del cooperativismo. Y los pueblos, siguiendo ese camino, descubrieron el secreto de la justa distribución» Acabado el futuro, más allá del tiempo, la gloria de los Pioneros de Rochdale, será leyenda que el supremo hacedor recordará amoroso. Así es.

Lima, noviembre 1987